Ese abrazo acompañado de ternura
es como un viaje a la eternidad.
Mi nombre en su boca suena a fe
Y en el silencio lame mis oídos...
sus ojos cuando me miran
se hunden en los míos hasta tocar mi raíz...
su respiración serena es una constelación
que se bebe en copa de libertad...
sus manos me devuelven a la luz de ese sol poeta...
y su pecho; su pecho es el remanso
donde confieso mis ansias...
y me desgarro el alma, y se desgarra el alma
mientras de manera callada despertamos a la primavera.
Ese que regala a mi piel dicha me purifica el deseo.
Ese “te quiero” de su corazón
Se enrosca en mi memoria haciéndome mejor.
Y en la noche, fundidos,
Nos entregamos a la sal…a la ría
Entre besos curados de olvido.
He renacido con el milagro de su amor.
Antonia Ceada Acevedo