Poemas para el alma

Tu cuerpo bendito

Me dije, un día, que el mismo llegaría

y sin pensarlo mucho más, lo comencé;

con poco peso iba a lograr la travesía

para empezar justo do al final te besé.

 

No sería, este, un viaje muy constante

porque requeriría de algunas paradas

y así ubicar donde gritarías vibrante

por apetito, al recorrerte silenciada.

 

Quedé sorprendido por dos médanos

al quemarme con su textura la visión

respondiendo automáticas mis manos

en un gesto de pleitesía con precisión.

 

En el trayecto, la naturaleza frondosa

se volvió mas espesa, cerca del capullo

de una flor, la que solo brotaba sedosa

por la voz de los besos al darle arrullo.

 

Paisaje nunca conocido, resultó Edén,

que ningún mortal antes haya conocido

donde el placer, hizo guía de no creer

sobre los fuegos de tu cuerpo bendito.