He probado el sabor de mi propio asco,
sabor amargo y a ira;
comí su carne fresca y cruda,
comí como caníbal,
mastique con colmillos de lobo hambriento;
sacié mis ansias podridas;
bebí hasta la última gota de su sangre espesa y caliente,
sangre que recorrió y nutrió las venas del corazón y la mente.