A MIS AHIJADOS
Víctor, Oriana
Andreína, Patricia,
Emmanuel y
Humberlis
Judith, se bambolea en el columpio, mira sus largas piernas que parecen salchichas. Sonríe por la ocurrencia. Contempla los hermosos árboles que la rodean. Cerrando los ojos aspira el olor que de éstos se desprende. Siente pasos, al abrir los ojos observa una linda joven a su lado, quién le dice:
-¡Hola! ¡Me llamo Alejandra! ¿ y tú?
-Judith… Mi nombre es Judith
La muchacha, ve hacia el pie del árbol que se encuentra frente a ellas y murmura:
-¡No te muevas! ¡Shisss…!
Dos hermosas ardillas se dan piquitos, una de ellas, ruega:
-¡Corazón de oro! ¿Cuándo me darás el sí?
Ella toda coqueta, responde:
¡Me deje besar! ¡No! ¡En ese beso va implícito mi amor por ti! ¡Dulce de coco! ¡Oh! ¡Tengo el corazón pletórico de felicidad!
La hembra trepa el árbol, dando chillidos felices, emocionados, enamorados. El macho, arrobado por la belleza de ésta, mira como corretea y escucha extasiado los chillidos de su amada.
-¡No puedo creerlo!
Expresa Judith, después de un largo silencio y Alejandra con una expresión de admiración, desconcierto y emoción de presenciar tan maravilloso espectáculo; exclama:
-¡Señor! ¡Gracias! Por permitir que presenciemos este momento ¡Tan increíble! ¡De escuchara un diálogo entre dos animales!
Judith, exclama con intensa alegría:
-¡Caramba, Alejandra, si lo contamos no nos creerían!
Se levantan y comienzan a caminar por el césped verdecito, extendido cual alfombra en el paradisiaco lugar. Llegan a una vereda bordeada de flores; al final de la misma se encuentran con un arroyo cristalino, donde jugueteaban unos lindos pececitos de colores. Ambas fijan su atención en el más grande de ellos, éste, tiene una franja negra a lo largo del lomo. ¡De pronto! Escuchan al pez dirigirse al agua:
-¡Agua! ¡Qué extraordinaria eres! ¡Nos das oxígeno para vivir! Pero, no sólo a nosotros nos das vida. ¡Existen por ti! Las aves, los mamíferos, los reptiles, las plantas, ¡La tierra toda! ¡Eres indispensable! ¡Eres la máxima creación de Dios! ¿Escuchaste, sabrosa agua?
-¡Sí! ¡Te escuché, pez juguetón! Y te doy las gracias por lo expresado hacia mí. Te diré que hay reciprocidad, pues tú me imprimes vida con ese vaivén zigzagueante y gracioso de tu andar en mi interior.
No habían salido de su asombro, cuando sienten el murmullo de unas vocecitas que hablaban entre si, lo siguiente:
-¡Blanca Rosa! ¡Desde el mismo momento en que me injertaron en tu tallo, comencé a quererte como a una hermana! ¡Estamos en simbiosis, unidas por la savia que corre por nuestras venas!
-¡Qué cosas tan lindas dices! ¡Rosa Roja! Yo también siento lo mismo, y pienso que unidas embellecemos este parque encantador, ¡Impregnado del olor que brota de nuestros pétalos! ¡Pétalos que cuando caen se rozan sintiendo el amor fraterno de la hermandad!
Las jóvenes, caen sentadas en una enorme piedra azul, con la sorpresa dibujada en sus juveniles rostros. ¡No es para menos! ¡Fue demasiado en tan poco tiempo!
Autora: Ingrid Chourio de Martinez
Cuentario: Racimo de Fantasías