Delicada gota de almíbar,
esparcida un día de octubre.
Néctar que seduce
al inquieto colibrí.
Voz tenue y fresca,
arrullo en medio
de tanta pobreza.
Pequeña, refinada,
solcito que apaña
a mentes perdidas.
Así eres para mí,
querida Jocabeth,
un dulce bálsamo
en el desierto cruel.