Luces,
entre tinieblas y rocíos,
en una noche adormecida
por nostálgicos abismos
abrazando despedidas.
Una sensación de vacío,
la triste conmoción de la partida
que nos entregó el destino,
una morada y una injusticia
incitando demencias.
Se advierten lejanas apariencias,
signos de odiosa falsía,
apariciones, desapegos
que atosigaron el espíritu,
en una angustiosa partida.
Esta soledad inaudita,
encajada en el alma,
arrebatada por los días
entre horas de tormento.
Profundas heridas,
insertadas como dagas
entre oscuras aflicciones.
El fin de la osadía
que me sumió en un lamento,
advirtiéndome inútil
frente a un profana congoja,
propagada en las distancias.
CARLOS A. BADARACCO
10/10/12
(DERECHOS RESERVADOS)