sorbo tras sorbo
del humoso café
quedan las borras
Duermes, noche, sobre las ramas viejas.
En mi tazón no brillan tus estrellas
ni danzan en el humo las doncellas
que miran taciturnas tras las rejas.
Por las sombras de páginas añejas
mis pasos silenciosos y sin huellas
claman al rojo hiriente de grosellas,
que lastima mi ser, mientras me dejas.
Te escapas como arena entre los dedos
y aunque el cansancio dobla mis rodillas,
ya ves, vida, que no pierdo la fe,
alejo las plegarias de los miedos
cuando siento que lates, que aún brillas,
en las borras que quedan del café.
Derechos reservados por Ruben Maldonado.