Igual que en los antiguos campos
el lloro sigue su camino.
Los surcos plagados de lágrimas
marcan una senda rebelde
que no puede ser sujetada.
Hoy me levanto triste:
con la última luna
dijiste que te ibas,
que dejabas mi espacio.
Hogaño el sol es desolado,
pero cada sollozo
cae en un eral de barbecho.
El desierto será convertido.
Un próspero delta
hará que mi sal
se mezcle con la del mar
haciendo insignificante
mi honda pena.
¡No vuelvas!
el río nuca lo hace.
No me alivies,
no me confortes;
pues han de fundirse
mis lamentos en el piélago.
Deja que mi desconsuelo
abra senderos,
permite ahora que me derrame,
no regreses;
...ya no.