Cuando escribo,
uso la tinta del sudor de mis penas,
me observo por dentro
y exhibo mis cicatrices
detrás de un poema.
Cuando escribo,
un reflejo de mi alma,
se va plasmando
en mis entristecidos poemas,
para así no sentirme tan solo,
porque entre amigos,
distribuyo mis penas.
Cuando escribo,
la poesía se hace cómplice
de mis tristes condenas
y mis afligidas emociones las trasmito,
a mis amigos, lectores y poetas.
Cuando escribo,
rompo el silencio oculto en mis venas,
y con mis escritos
también le voy escribiendo a ella,
aunque no me lea y hoy no sienta
lo mismo que yo voy sintiendo por ella.
Cuando escribo,
divido mi alma en dos,
una que le regalo a usted que me lee
y la otra a esa bella mujer,
que me regaló sus días,
me cuidó los sueños,
y hoy no puede amarme,
porque la llamó nuestro amado Dios,
que esta encumbrado en el alto cielo.