Blanca dulzura
llamas a la libertad
en campo árido.
Este haiku es mi pequeño homenaje a Malala Yousuzfai.
Ayer leí en los periódicos que Malala Yousufzai, una niña pakistaní de 14
años había sido tiroteada en la calle cuando iba a clase, en estos momentos
se debate entre la vida y la muerte, su único delito: querer terminar con la
opresión a las mujeres en su país. Su desafío: luchar, luchar y luchar para
poder ir cada día a estudiar en un país islámico que niega a la mujer su
propio derecho a ser mujer. Ella tan insignificante y tan grande con su
osada valentía ha avivado las iras de los arcaicos seguidores del islam más
hermético, el fanatismo de los machos islámicos talibanes que no han podido
soportar el arrojo y el valor de esta pequeña que, con tan solo 14 años lleva
ya unos años de exposición abierta y pública de lucha contra esa injusticia.
Una gran mujercita que no ha cedido al miedo e incluso con riesgo de
perder la vida para poder disfrutar de derechos que, nosotras las mujeres
occidentales tenemos reconocidos desde antes de nacer...
Para Malala, porque quiero que viva y deseo que pueda hacer sus sueños realidad