benchy43

LO MUCHO QUE TE AMO


allá en el bosque

los trinos se encerraron

en tu violín


Te asemejas a una tibia brisa

que emerge  de tus bosques,

al trino mañanero

que nace

en los violines…

me llega tu sonrisa

y reverdece el poema

y  sonroja  el  clavel

y  hacen rondas las rosas.

 

Ardiente amanecer

tu otoño,

roja flor

que abre sus ventanas

y  esparce los aromas

de remotas campiñas

donde  los cardos danzan

con música de gaitas

y las nieblas simulan

la incierta presencia

de gnomos retraídos,

de príncipes azules

y melancólicas hadas.

 

Te veo,

te siento,  

con tus pequeños pasos,

tu mohín picaresco,

el brillo de tus ojos,

tus manos breves,

blancas,

acariciando el piano.

 

Te amo sin más memoria

que la de tus labios nuevos,

o  tu estrecha cintura,

o  tu voz tan chiquita

con acento extranjero.

 

Te amo

desde donde

ondean los trigales

y  el horizonte se pierde

en un espejo verde,

salpicado  de sierras,

con noches de amar-luna

y su tropel de estrellas.

 

Y yo  y mis simples versos

queriendo  decir todo,

y  me dejan  callado

las palabras rebeldes

para ser sólo una:

la que dice tu nombre…

 

entonces allí  me quedo

mirando alguna nube

de esas que vos mirabas

y  veías  dibujos,

o pensando únicamente

en lo mucho que te adoro

y que te sigo amando

a  pesar de los tiempos,

de la enormidad de mares,

de las frías montañas

de las ciudades llenas,

de las copas vacías.

 

Y lo veo tan cerca

 a aquel recodo de un Mayo

donde una paloma herida,

con su vuelo a deshora,

despertó mis latidos

que se hicieron poesía,

toda esa poesía

que ahora es sólo tuya…

 

y a vos, 

a  vos te imagino 

con tu ternura a cuestas

perfumando senderos

y  callejas dormidas,

con un amor guardado

en tu cuaderno rojo.

 

Derechos reservados por Ruben Maldonado. 

 

Fotografía de Rafael A. Maldonado.