Hay que tener talento para no embarrarse
de esa forma suave
en la que usted me habla.
De la manera que tiene
de pincharme el alma al gritar su nombre (a veces) mientras duermo.
Hoy también lo imaginé profundo,
en esta noche amarilla que se encoje como cuando una pisa una araña grandota.
Dígame,
¿Le gusta las mañas que se dá la vida para juntar nuestros pedazos de barro,
nuestros triciclos dormidos,
nuestros* miedos más cercanos que sus labios de mí?
Llevo pensándolo dos horas cortitas,
Sabía que lo quiero (?)
Le grito,
LO QUIERO a mi lado