Decadente flor que ilumina nuestro amor…
¡Oh! tan marchita… pero radiante de luz
como la tempestad de un huracán y la quietud del mar…
¡Mi musa mi amada musa…!
es tan grande la destellante sombra que de tus ojos nace
y que en mi corazón reside
y en tus labios… el paraíso…
Amor, mi divino amor, sufro y lloro, sufro porque ningún poema es digno de ti,
y lloro, no sé porque lloro…
tal vez, el sonido del silencio que reclama un te quiero te quiero tanto
que muere por salir de mi boca y alojarse en tu corazón…
Sé que como la luz que se filtra entre tus ventanas y roza tu rostro cada mañana,
con tan cálido fulgor, sé que del mismo modo, mi amor ¡quiero hacerlo en tu corazón…!
y que la luna alimente al poeta para que una rosa como poema te pueda dar…
porque en noches moriré de nostalgia pues mis sueños me hablan de ti…
Por que almas gemelas no somos… no nada de eso, porque nuestras almas son una misma
Y la misma flor ya marchita que nuestro amor alimenta
esa misma que moribunda se inclina a tus pies, es el umbral de mi alma
que hoy es tuya y de nadie mas.