CON LA GIOCONDA
(A Pilar González Carvajal)
Quizá sea su soslayada ironía
pendiente de esa estática mirada,
repantigada en morbo,
prometedora de eternas perezas.
Tal vez su preludio escotado,
augurando senos aureolados
para el relax de la libido
entre praderas de sábanas.
Sea acaso su difuso ámbito,
alentador de resortes de barro
dormidos en la placidez del encantamiento,
transportador fiel de mi alma
al encuentro de su complacencia
en el país visitable del lienzo.
Sean sus manos yertas,
voladoras ávidas de caricias
de un amor enclaustrado por óleo
y necesitado de la mano
que quiebre el vínculo opresor
que le une a frígidas paredes.
O quizá la palidez de sus labios
ocultos en un pespunte de recato,
o lo umbrío de sus pómulos,
o mi enigmática embriaguez
lo que la vislumbra turgente
entre los recovecos de mi cama.
(Kabalcanty. 1992)