Capricho el mío,
el querer perpetuar
aquel beso robado,
soy varón de cuatro esquinas,
con un corazón sin medias tintas
y con el amor atado al tuyo.
Comprendo que no soy
el hombre de tu vida,
pero me la juego todas,
por robarte tus caricias.
Eres la mujer,
que aviva mis masculinos ardores
y no soy caballo manso,
cuando me miras y te miro.
No respiro por costumbre,
lo hago porque me toca
y aunque no quieras
y te sientas potra salvaje,
te aseguro,
que junto a mi tengo unas bridas,
para quitarle lo bravía,
y para que me ames,
aunque no lo ansíes.