Ayer besé tus labios secos y fríos,
marchitos por el tiempo y el desamor,
no fueron los de ayer ardientes labios,
ni los besos que nos dimos con primor.
Ayer, de nuevo ayer he vuelto a verte,
pues tu rostro estaba envuelto de tristeza,
y tu forma toda escuálida y mal cuidada,
entristeció mi alma tu pobreza.
No se dibujaba en tu rostro la alegría,
y tus manos no abrigaba la riqueza,
¿ qué paso durante mi larga lejanía?
ha brotado en ti una flaqueza.
Buscaste en mí un gran consuelo,
encontraste en mi ser un gran alivio,
pero al dejarte, empezó su pronto vuelo,
esa alegría que un instante tu corazón vivió.
Ayer besé de nuevo esos labios ajenos,
labios prohibidos, que ayer fueron míos,
de esos labios bebí, besos tan tiernos,
pero ayer bebí tus besos fríos.