Entre la parra y el trigo
con manos y ruegos nuestros
está tu cuerpo divino
Tú que fuiste el maestro.
Clavado en esa cruz
con maderos del árbol
nacido en el monte gris
llamado por los tuyos
viejo monte sinaí.
Hoy te tengo delante mío,
en hostia convertido,
para darme la alegría
de ser tú mi solo guía.
Levantaste al hombre a la gloria
con tu muerte compartida,
entre el bueno y el malo,
nacidos el mismo día.
Tú que dijiste "Padre mío
porque me abandonaste,
yo te ruego Jesús,
no me abandones ni apartes.