¡Quisiera que ésta noche solo leyera
este verso tan profundo que te he escrito,
y léelo a la misma hora en que lo hiciera
porque tengas la impresión que lo recito...!
¡Estaré a las once en punto ya sentada
cerrados los ojos y en suave penumbra,
en nuestro lindo sillón en ti centrada
así el fuego del hogar, tenue, me alumbra...!
¡Y entonces... baja la voz... iré diciendo
las estrofas que leyendo tú estarás...!
¡Es la mente prodigiosa...! ¿Estás oyendo...?
¡Pues en tu mente mi voz... tú escucharás...?
MARGARITA DIMARTINO de PAOLI
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