Aún escucho los sonidos de la noche,
aquella, donde dije que te amaba como a nadie;
me arrullan impacientes, sin ningún reproche,
sin embargo, algo más me dicen: Que con el alma te odie.
No te odio, a pesar de que me hundiste,
en la oscuridad más triste y húmeda,
frío rincón que a mi corazón le diste,
negro destino por el que ya nada más queda.
No te odio, aunque me hayas robado la luz
con la que caminaba mi alma por la vida,
ella irradiaba tu esencia con gran plenitud;
sólo tu adiós pudo apagarla, para siempre extinguirla.
No te odio; pese a todo el mar de amor
que en mí desbordaste sin compasión,
nadé en él, extasiado por tu calor,
y ahora me ahogo en sus aguas de cruenta pasión.
No te odio ángel azul mío.
Le diste muerte a mi mundo,
acortaste mi alegría, trayendo el hastío
a mi pobre corazón y a pesar de todo,
no te odio: ¡TE JURO QUE NO TE ODIO!
¡TE QUIERO: hundida y marchita en el fondo del Erebo
creado por mis suplicantes lágrimas! Pero…
te juro que no te odio, ¡No te odio!
MAESEVITE
12-JUNIO-2007