He mojado mis sueños las veces con lágrimas
esperando una respuesta siempre;
y no conformándome nunca sin tus primaveras,
tus otoños, tus inviernos, tus veranos.
Han pasado varios años y, no contentos,
volvemos al mismo punto, como péndulos
de un reloj de cuco que, a media noche,
se ríe de mí porque sigo esperándote.
Cuando cierro los ojos me abrazas como sabes,
y me aferro a ti como puedo,
porque estás solo en mi mente y sé que eres volátil.
Aprietas, me asfixio, me retienes.
La mirada maliciosa,
esa que no sabes cuánto embauca,
la estoy viendo...
Paseo por tus oídos con palabras
que fuera del sueño no quieres oír;
y me sumerjo en tus ojos,
rozo tus pupilas.
Todo es de color miel.
En tus ojos puedo verme.
Casi a la hora en que despierto,
un ápice de razón irrumpe y se lo lleva todo.
La imagen en tus pupilas soy yo
frente a un espejo.
En las sábanas, en la almohada,
se ha humedecido el recuerdo que me queda
porque he abierto los ojos
y estoy sola de nuevo.