Nacemos para amar
y no es un gen que lo heredamos al nacer
sinó, que lo tenemos que aprender
porque siendo niños, recibimos el amor
de nuestra madre, ese sol que nos da luz
para alumbrarnos el camino, de tantos,
que en la vida hay para andar.
Ella nos provee las bases que nos guia
para los sentimientos, poderlos controlar
porque en cualquier recodo del camino
podemos extraviarnos o perdernos
y mesclar las sensaciones que nos hacen,
olvidar lo bello que es amar.
Porque hay diferentes amores en la vida
y cada uno ocupa su lugar, como es,
el amor de madre, que es el mas puro
porque siempre da sin esperar.
El de hermano, que no decides escogerlo
sinó que la vida es quien te lo da.
El de amigo de verdad, que te demuestra
que te quiere, no por bondades materiales,
sinó, el que cuando caes te ayuda a levantar
y en el dolor está para poderte consolar.
Luego es el amor carnal y placentero
que ese es distinto a todos los demás
porque te hace vivir, sublimes sensaciones
el que te eleva hasta lo mas alto del cielo
y entras al letargo de los sueños, de donde
no quisiera tener que despertar.
Es por eso, ¡Que nacemos para amar!