Si Dios me diera una mujer como vos:
sincera, con esa profundidad que lleva al alma
la brisa leve que onda el suelo de mi tierra,
con unos ojos libres de cadenas; sin rencores.
Si fuera mujer, amiga, niña; llena de simpleza,
si fuera como vos, o vos misma, sin miedos
ni perjuicios, que me llene el alma de ausencia,
cariño, amor y otras ansiedades.
Si me diera una mujer en cuyas manos
lleve tu esencia pura, sin huellas ni heridas,
que me llene el alma de melancolía y dolores,
y al mismo tiempo de alegría infinita.
Amiga, si fuera dulce y tierna como vos,
o vos misma, sin rencores ni perjuicios, libre,
como aire de mi tierra o luna taciturana
que quedo fraguada a fuego en el alma.
Si llevara el enigma que tus ojos ahora llevan,
si fuera como vos, o vos misma, tan simple
que no puede ser atada, tan cierta como el cielo
y tan pura como una noche despejada.
Si Dios me diera una mujer como vos,
o vos misma, sin mascaras ni perjuicios,
¡ha! Mujer…¡como la amaría!
¡Cómo!... como a vos ahora.