NicolasPA

Re-Cor-Dar

He olvidado de qué sirven las palabras. He olvidado escribir y a su vez, a sentir la resonancia de cada sílaba. He olvidado tantas cosas. He olvidado escuchar la música de la lluvia y los cantos de los charcos sucios. También he olvidado el sabor de los besos suyos. Los recuerdos lo he enterrado en sepulcros oscuros de mi mente. Las tristezas las he sustituido por sonrisas, algo hipócritas, pero sonrisas. Recuerdo haber olvidado también como, después de un vino, solíamos tener sexo y al termina, fumaba un cigarrillo que infestaba de humo toda la habitación. Olvidé que me decía amar el olor de la lluvia; que salíamos junto con sus dragones y castillos raros a balancearnos en la hamaca perdida en la equívoca regionalidad. Ya no puedo recordar los ingredientes que usaba cuando moría por hacerlo feliz con una cena inestablemente romántica. Olvidé que la temperatura óptima para bañarnos era cuando los espejos se empañaban lo suficiente para escribir lo amo con el dedo en el vaho de mi cabeza. Y ya no puedo recordar que mientras dormía, abría los ojos y decía en voz baja, ¡Mierda! lo quiero. Vagamente recuerdo su nombre. Ya no sé que su sueño es, oh los lugares a los que iré, un hombre en llamas, un apartamento en el centro de París. Ahora soy como aquella película del eterno resplandor de una mente sin recuerdos. Olvido recordando. Siempre será el oximoron de mi vida. Amor y odio. Lealtad y tración. Locura y cordura. Usted y yo. Si, usted y yo, la antítesis que late en mi corazón siempre y nunca. Siempre cuando lo recuerdo. Nunca cuando lo olvido.