Los tibios rayos del sol,
le dan calidez a los resquicios
del alma aterida con sutil premura.
La esquiva y ensoñadora luna,
ilumina tenuemente los sueños
nostálgicos del guardián de aposentos.
El mar inmenso y azul,
se desliza sobre el beso efímero
que cotidianamente transgrede sus orillas.
Las estrellas lejanas,
acarician con interruptos fugaces
las apremiantes noches de primavera.
Las letras que escribo,
son solo un reflejo tenaz y sin temor,
de un viejo caballero que en parpadeos
no espera nada mas que sacar de paseo
su alma y sus sueños.
--------------------------------------------------------------Carlos Dos Santos Daniel© Todos los Derechos ReservadosVenezuela