Risas y llanto, abrazos, dolencias,
alegrías y sueños…
La marcha de los años
van dejándoles un color ocre
y un sabor a olvido agridulce.
Aún cuando el brillo de las retinas
se ahoga en la oscuridad
y humedad de una cripta.
y el oxigeno muerto
desintegra los sentimientos
y deshila la fe.
Puedo verte al abrir la puerta
de regreso a casa
esperándome con tu beso tibio
y tus manos trabajadas sobre mis cabellos.
Puedo oírte por medio del eco atrapado en la casa
donde tu voz canta en voz baja
refrescando la cansada tarde hasta su final.
Buenas noches, Teresa esta vez no importa
que tu mirada de fotografía
no me siga ni escuche mi voz.
Yo si te veo y siento el olor
que has dejado en cada cosa que era tuya
haciendo de mi voluntad un mártir.
En lo que me sobra de futuro
elevo una negación diaria
que nace del alma quebrada
contradiciendo a la lógica que repite sin fatiga,
que sólo me oirás y podré verte
cuando yo también esté en la Eternidad.