Sara (Bar literario)

El remedio

 

 

La trágica verdad: no tengo remedio

 

El remedio es un ojo mirándome

desde el campanario anudado en mi boca

hasta la sabia cordura de creer

que alguna vez hubo una cura.

 

Siempre hubo dos velas

prendidas en mi ciudad fugitiva

dos velas descorriendo su esperma

en el pozo de húmedas agonías

lacradas con la piel de serpientes.

 

No me gusta mirarme desde arriba

sosteniendo el grito estentóreo

mis piernas flageladas en el amor humo

la garganta inundada en vida -cal lechoso-

 

No hay cura más que el turno

desacomodar las horas de protesta

/E irnos al otro lado/

ese lado que sabe atrapar la voz

dispararnos del equinoccio,

hasta volar encima de cualquier vicio

 

No hay remedio para esta enfermedad

excepto la sábana de un cuerpo inquilino