Hoy la tarde se aproxima, sigilosa entre mis manos
éstas, que aún de tus muslos y tus senos
conservan el aroma, sublime en los arcanos.
¿En dónde estás amor? Ya no son plenos
los instantes sin tus besos, quiero sentir tu boca
y paladear tus labios que de mí están llenos.
Esta pasión que has sembrado se desboca
y, en tu cuerpo candente quiere estar.
¡No me dejes morir…! Con ansia loca
se deprime mi sentir como en el mar
la ola en su furor sólo derrota...,
y déjame en tus brazos naufragar.
Amor mío, no mires en mi pómulo la gota
de esa lágrima que escurre, cuando lejos
te encuentras de mí; es tan ignota.
¿Ahora entiendes el por qué surgen mis quejos?
Cuando voy a verte –me conduela-
Y vienen a mi mente como espejos
las caricias de tus uñas, en mi espalda con cautela.
El roce de tus labios sobre los míos
que son cuando hace viento una entretela.
Por eso ya no quiero éstos hastíos
pues en mi boca y en mi mano desfallecen;
¡quiera Dios que se acaben los estíos!,
éstos. Que en mi noche de soledad palidecen
¡noches...! Que sin ti se tornan frías, se diluye
y del calor de tu piel todo padecen.
Por eso cuando lejos estás, todo me bulle
me sangra la razón –me hierve el pecho-
…y me duele el corazón que se destruye.
Amor, amor mío. ¿Dime qué he hecho?
Que tu amor como al ave me ha enjaulado.
Y él no verte un instante me maltrecho
y al suplicio infernal me he condenado.
__________________________________16 de octubre del 2012Sergio Jacobo “elpoetairreverente”