Tenía cierto aire que helaba la sangre.
Bastaba un gesto suyo y yo me apresuraba a complacerle
Una noche me sirvió una copa de vino y se sentó junto a mi
“Venga y desnudese ahora” me decía
lo miré sorprendida
como vacilando, se me acercó, tomó mi mentón con su índice y me hizo levantar
Yo temblaba y en mi estremecimiento sentí que la entrepierna se me mojaba
mis pechos delataban mi agitación
De pie, junto a la mesa, me despojé de mi ropa.
La blusa desabotonándomela por completo, con más deseos que razón
Él, me miraba
me tomó por la cintura y arrancó mi sostén con la derecha
Devoraba mis pezones, mordiéndolos con brío.
"Sigue, sigue", me exigió
y dejé que mi falda se escurriera despacio
antes de despojarme de las medias y bajarme las bragas húmedas.
Puso su mano sobre mi sexo
consciente de mi excitación, bañó sus dedos en el flujo que me humedecia
un manantial en mi vagina y sus dedos se deslizaban suavemente
me llevó a la boca sus dedos
“Chupa”, mandó, y yo le obedecí,
degustando mi propio sabor y aspirando un aroma que nos envolvía
“Arrodíllate”, me ordenó, y yo sumisa e incapaz de otra acción hice lo que pedía
él extrajo su mástil, lo aproximó a mi boca y lo succioné
luego introduciéndolo
y aplicándole las caricias más cálidas y húmedas de que era capaz.
Entonces reaccionó.
Se incorporó con ira, retirando su verga de mis labios y cogiéndome
me arrastró hasta la pieza contigua.
Asustada no menos que excitada, vi que, al pasar delante de una cómoda
abrió un cajón y extrajo algo que no alcancé a divisar
Me detuvo en la pared y al tomar mi coño, me afirmó
sin mediar palabra me obligó a colocarme frente al tabique
Ató mis manos y luego se fue.