Todo comenzó hace dos años.
Cuando ellos se fueron a Méjico.
Hicieron sus grandes tramoyas
para quedarse con todo,
y lo lograron.
Mi esposa fue adoptada por los
padres de mi cuñada.
Ella, hija biológica.
Mi esposa, hija adoptiva.
Tanto hicieron,
que al fallecer los padres
de mi cuñada,
nada nos quedó.
Personalmente, a mí
no me importó demasiado.
Lo acepté.
Estamos en una buena posición.
Lo que me desagradó,
fue la actitud, nada más.
Dos años que se fueron
de Argentina,
y nunca tuvieron
la cortesía de escribirnos
siquiera una líneas.
A través de las comunicaciones
que mi esposa realizaba
para comunicarse con
su hermana,
había una especie de hermetismo
e hipocresía.
No lo soporto.
Hoy se me ha ocurrido algo,
lo cual voy a hacer.
.....
Hola... Sandra...Pablo te habla...
¿cómo están? Me alegro.
Cierto. Tanto tiempo...
No, solo te llamo para decirte
que tu hermana ha fallecido.
No... no llores Sandra...
Tus lágrimas sé que no son
auténticas. ¿que por qué
te digo esto?.
Por tu indiferencia.
Por tu ausencia.
En realidad, la ausencia
tuya y de tu marido.
No llores, Sandra.
Eso déjamelo a mí.
¿Que vas a venir
a verme?
No, no es necesario Sandra.
A los seres se visitan
en vida. No después de muertos.
Solo quería saber tu reacción.
¿cómo que reacción?. La tuya.
Ahora que sabes que está muerta,
lo lamentas.
Y cuando en vida clamaba
por tí, no tuviste la gentileza
de hacerte un viaje.
Ni siquiera cuando estuvo
gravemente enferma.
Ya sé la clase
de calaña son ustedes.
Pero despreocupate,
lo que te dije ha sido
una broma.
Solo quería saber cómo reaccionarías.
Veo que eres una falsa hipócrita.
Quédate tranquila. No la llores.
Ella está tan viva
como tú y yo.
Adiós.
Todos los derechos reservados del autor ( Hugo Emilio Ocanto - 17/10/2012)