lumino

Eva, la primera cirujana, porque a mí me dio la gana

 

Soy Adán y hasta hace poco era indiviso.

Así he caminado como un idem por el paraíso.

Pero un día Dios, sin previo aviso,

me durmió sin pedirme permiso.

Cuando desperté me olí el guiso,

que de costilla era, y de un decomiso.

Así apareció Eva, y me pidió compromiso.

Estaba yo, solo, tan a gusto; que le hice caso omiso.

Pero ella me llevó a una cueva, que sería nuestro piso.

Allí me enseña la breva y me gusta lo que diviso.

Noto que algo en mí se eleva, pero no descamiso.

Pero Dios, eres la pera ¿porqué no me has hecho circunciso?

Eva, al darse cuenta, hace un inciso.

-Adán - me dice Eva - para arreglar esto, una operación es preciso.

- Adelante - le digo- y me tumbo sin mostrarme remiso.

Pues aunque enfermera no era, un mordisco me dio conciso.

Y por eso estais, ahora, aquí todos; al no ser un indeciso.

Porque confieso que estuve a punto de declararme insumiso.