Mis ojos claman por la plenitud de tu pupila ardiente,
y las manos ansían, noche a noche, recorrer tu piel
en ciernes.
Sos magnética.
Irradiás un aura sensual que me sume en trance
o en delirios de un poder parecido al aire
para ofrecerte lo mejor de mi anarquía
No sé resistirme. O tal vez no quiero.
El olfato es un radar primitivo
para sondear tu paso entre la hierba
y llenarse con el aroma
de lubricidad y madreselvas por hacer mías
También oliendo te poseeré.
Si resultan escasos los ojos,
el tacto, la lengua,
cuando anhelo apreciarte completa, en desnudez hasta que amanezca sobre pastos
que soportarán nuestra danza de insomnes
bajo efectos de pasión sin desmayo
Sólo la afiebrada imaginación
logra, sin error ni omisión, detallarte
mejor que los sentidos saturados con
excesiva información de barricada
y gente que pasa como ciega.
Acaso te guardes en los varios espejos que iluminan aquellas alcobas deletéreas,
donde te aislas buscando algún porqué.
Y tan remotas son
que me cubro de alas colosales para
merecerte y tal vez huir con vos atada a mi morral
de pájaro en pie de guerra
rumbo a unos países a tal punto lejanos
que no saben a qué mundo
pertenezcan