Un golpe, un martillo,
unas manos
el objeto despierto, la brillantez intacta,
todos los caóticos esfuerzos,
la fe...
Y la misiva perdida
retando a la vista, sosteniendo el candado
cerrando el portal infernal,
reluciendo las alas
soportando el peso de la bondad,
cuidando la humedad de los ojos,
navegando en la imaginación,
sin burlar, ni nacer en la mentira...
Los hirientes reinos sin imágenes coloridas
se funden con los recuerdos infértiles
con todas las hilachas de tiempo
que descansan dobladas
en un rincón aturdido
en una caña
entre pipas,
sobre el humo, viajando en él...
Entre morales papeles
entre tanto paquete,
difusos los deseos,
descansa sin atavíos
el desmadre manchado
en sombras guarecido,
y en las decisiones casi azul
de a pocos se rompe
sin ser leído,
descansa en el olvido inmediato,
descansa sin ser martirio...
Los machacados gritos,
los risibles roces,
las manijas calientes,
todo
absolutamente todo teñido en letras
disparados los adjetivos
finalmente perdido
todo el semblante y la corrección,
tras el desorden de matices
tras recibir la presencia
como un proyectil,
directo a los ojos
recto y eficiente...