Diaz Valero Alejandro José

Unas gotas de rocío (Cuento)

Esta es la historia de una niña que vivía con su familia en una casa muy bonita rodeada de un inmenso jardín.

 

La niña todas las tardes después de hacer sus tareas escolares, jugaba con las flores, hablaba con ellas, las miraba, las olfateaba, ya conocía de memoria sus formas y sus colores.

 

Un día llegó a su casa una extraña enfermedad y toda su familia perdió la memoria, ninguno recordaba nada, ni siquiera como eran sus nombres.

 

La niña buscando ayuda, fue a donde su viejo amigo, el jardín, parece que la enfermedad no borró ese bello recuerdo de la amistad con las flores; entonces le contó su tragedia a una bella flor que adornaba el jardín.

 

-          Te acordás como es mi nombre? Le decía mientras acariciaba sus pétalos

 

La flor se quedaba callada, sólo se ponía más olorosa, parece que con su fragancia le quería decir muchas cosas.

 

Entonces la niña, al no tener respuesta de la flor, se dirigió a un viejo árbol que estaba plantado a orilla del jardín

 

-          Señor árbol, sabés acaso mi nombre? Le preguntó esperanzada queriendo recuperar la memoria.

 

-          Claro que recuerdo niña, ¿cómo olvidar tu nombre?

 

-          ¡Entonces decíme vos como me llamo yo por favor! Le dijo la niña emocionada.

 

-          No puedo amiga, la flor me dijo que guardara el secreto, que sólo ella podía decírtelo

 

-          Sí, pero le he preguntado y no me ha respondido

 

-          Vente mañana en la mañanita y ella te lo dirá, sus pétalos hablan por ella.

 

Así que la niña se fue de nuevo a su casa y durmió muy ansiosa aquella noche esperando que amaneciera para ir al jardín y poder saber si por fin la flor del jardín podía decirle su nombre y poder recuperar al fin la memoria.

 

Y así fue, al llegar al jardín encontró a la florecita con sus pétalos tersos y humedecidos por el frío de la mañana.

 

-          Hola florecita aquí estoy, le dijo la niña, quiero ver si cumplís tu promesa de decirme como es mi nombre ahora que es de mañanita.

 

La bella florecita movió sus pétalos y sacudió las frías gotas de rocío que estaban en sus pétalos, y las lanzó a la carita de la niña. La niña sonrió y  dio un grito de alegría

 

-          ¿Gotas de rocío?, mi nombre es ROCÍO, me llamo ROCÍO, y salió corriendo hacia su casa a contar a su familia el bello descubrimiento, y así fue como recuperó la memoria y ayudó a toda su familia a que también recuperaran la suya.

 

Qué bonita fue esa experiencia en el jardín, cuando aquella florecita con sus gotas de rocío devolvió a la pequeña Rocío su memoria y ésta  pudo ayudar a su familia y siguieron viviendo su vida como siempre lo habían hecho.


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