Desde aquel día en que fuiste infiel
derramo mis lágrimas en racimal
¿Porqué llevaste el amor al abismal,
y me vaciaste, de tu corazón la hiel?
Debí impregnar los juramentos en tu piel
para que distrajeran tu instinto carnal
que hoy agrieta mi alma y lleva al final
vistiendo de cilicio y bebiendo ojimiel.
Como niño descalza sobre maleza,
cristalizo en mis venas el engaño
que marcan en mis ojos, signos de tristeza.
Desvalorizado, con humor huraño
tiño de gris la espalda de la pobreza
llagada de momentos felices de antaño.