NOCHE TORMENTOSA
El barco temprano se hizo a la mar
ya querían rápido, llegar a altamar
seguir viaje, por los grandes mares
para atraparse, algunos calamares.
Zarparon tres hombres y una ricura
y ella, se destacaba por su blancura
Isadora, Lucho, Pepelucho y Mayate
y todos ellos irían juntos en un yate.
Una nave, con 30 metros de eslora
de mascota querían llevar una lora
enrumbarían, por aguas profundas
por eso tenían todo tipo de fundas.
Estaban abastecidos de pertrechos
para sortear fácil todos los trechos
Lucho, quiso ver si ya estaban lejos
para lo cual, empleó unos catalejos.
Él empezó a columbrar el horizonte
para no sentirse como un polizonte
del mar, vio emerger a unos bufeos
son como los delfines sólo son feos.
Y siguieron con placidez el trayecto
planeando, en un próximo proyecto
pero ni un pez ni algo había picado
solamente el mar, se movía picado.
Pasaron horas y el día acabó calmo
Lucho dijo: "Si sigue así, me calmo"
y en ese rato Isadora vino corriendo
y justo cuando Lucho estaba riendo.
Gritó: "He oído, un aviso en la radio
que el temor, de este cuerpo irradio
dicen, que se avecina una tormenta
que con sólo oírlo ya me atormenta".
De inmediato le corrieron a preparar
cosas, que sí los ayudaría para parar
la tormenta que se acercaba violenta
pero hasta la reacción era muy lenta.
Empezaron, la búsqueda de aparejos
es que sus pisos, no estarían parejos
entonces, fueron a buscar salvavidas
dijeron que así se salvarían las vidas.
Ya ni cabía en ese instante el regreso
la maldita tormenta, iba en progreso
lo que les quedaba era rezarle a Dios
antes que llegue el segundo del adiós.
La noche se veía terriblemente oscura
que eso hizo llorar a la preciosa ricura
acá llorando gritando la bella Isadora
dijo: "Esto parece la Caja de Pandora".
Y de la nada todo se volvió en quietud
pero esto a ellos les produjo inquietud
la calma siempre precede la tormenta
luego el miedo, incrementa y aumenta.
Era una noche negra y cielo estrellado
ya le alucinaban con el yate estrellado
se sintieron unos vientos huracanados
aquí, pensaron mejor estar encanados.
Ya llegan sendos vientos de barlovento
casi junto con los vientos de sotavento
eso da, que se formen gigantescas olas
se empiezan a caer mástiles y consolas.
La fuerte lluvia arrecia llena la cubierta
esta queda completamente descubierta
el agua corre velozmente por la sentina
que se llena tanto, que parece una tina.
Renegaron no hacer el viaje en cabotaje
porque todo eso les parecía un sabotaje
y acá si hubieran viajado por las costas
tal vez los ayudaría algún guardacostas.
La tormenta era severa, cruenta salvaje
no había algo que la hiciera que se baje
esta tormenta venía a reclamar la presa
y esto agarró a los amigos por sorpresa.
El mar y tormenta olían la sangre cerca
entre ambos pares, formaron una cerca
cerca impenetrable que circundó la nave
que el viaje sería mejor en una aeronave.
Y aguas encrespadas que atacan el yate
y de miedo por cubierta corría el Mayate
y quien trata de calmarlos es Pepelucho
y el que piloteaba este yate era el Lucho.
Las fieras olas, golpean estribor y babor
estos golpes, les dejan un amargo sabor
es que ellos acá sí perderían el combate
esto debido al feroz y constante embate.
Pepelucho cae, lo aplasta la sobrequilla
que le deja su cuerpo como mantequilla
una inmensa ola bambolea eleva el yate
de esta forma se tropieza, cae el Mayate.
Junto con la Isadora se caen a las aguas
ambos se hunden, como unas malaguas
y el agua implacable cubría las escotillas
Lucho maldijo: "Este barco de pacotillas".
Y el yate le hacía aguas en todas partes
y este se estaba destruyendo por partes
al fondo, se estaba hundiendo la carena
y esta pronto tocaría un banco de arena.
Lucho cual valiente capitán de un barco
él soñaba en un imaginario desembarco
o que tal vez este yate, pudiera encallar
para así, a esa tormenta poderla acallar.
Pero no, acá el porvenir estaba trazado
él entendía, porque no era un retrasado
se hundió inexorablemente con su yate
se fue, con Pepelucho, Isadora y Mayate.
El esfuerzo y sacrificio de ellos se valora
esta vez la única que se salvó fue la lora
los amigos ya tenían marcado el destino
y por hacer esta travesía sí, les faltó tino.
El mar y tormenta aquí cobraron el cupo
por eso de esta historia es que me ocupo
por estos tempestuosos socios perversos
yo escribo con pena, mis amargos versos.
EL MANU