Armando Sosa Bocanegra

Toda tú

Toda tú conformas la majestuosidad,
conformas la belleza y la felicidad.
Eres aquella divinidad
que todo hombre vino a buscar,
 
esa perfección
que solo se entiende con el corazón.
Ni el rey David con toda su sabiduría
 
podría explicar esa mística manía
que me causas,
cuando en tus besos me exaltas.
 
Tus besos, tienen los más íntimos y los más hermosos versos
que me dejan pasmado, sintiendo tu poema entonado.
En tus caricias, siento la melodía que tus manos entonan,
esa hermosa canción, que llega hasta el corazón.
 
Lo íntimo de tu mirada dice “te amo”, sin pronunciar una palabra,
y el latir de tu corazón,
me da una muy clara razón para estar a tu lado
y ser tu más gran enamorado.
 
Por tus ojos pierdo yo el control,
te siento, te veo y toda tú empiezas a arder
al ver que en tu cabello brilla el sol.
 
Eres fuego e infierno,
mi pecado fiel e inmortal
que me arrastra hacia el mal,
y siempre me recuerda cuanto te quiero.
 
Eres el fuego más puro,
en tu cabello negro tienes el sol
que me quema,
una bendita tentación.
Este hechizo cruel matarme va,
al momento de un profundo beso amoroso dar.
 
Por qué ese Dios ha colocado el fulgor de tu faz prodigiosa,
tentándome cada día que me rosas,
haciéndote mi milagro
y tomando un dulce amor amargo.
 
Y ahora, solo me dejas contemplando tu faz encantadora,
con ese anhelo de hacer míos esos brillantes ojos de plata
que brillan aún más que las fogatas,
en las noches de serenata.
 
Por qué niña encantadora
te volviste mi perdición,
que ardes muy dentro del corazón
y que ahora para olvidarte no hay una buena razón.