Con su saxofón por equipaje
bucea bajo la brea,
de pronto tiene hélices verdes,
para sobrevolar océanos amarillos,
es la puerta astral
de un laberinto cósmico,
su clarividencia sobrepasa
las series de notas que
va digitando mientras sus dedos se multiplican,
como arenques austriacos,
notas de niquel
que resuenan como chispas.
Los tentáculos que salen de su saxofón
provienen del tercero ojo
de aquel gran buddha vagabundo
de una ciudad de gris concreto
donde no existen las oportunidades