Cuervo4141

Sabia virtud del recuerdo eterno

Corría alegre la niña como cervatillo,
entre las praderas llenas de flores silvestres,
entre esporas de algodon acariciando su rostro,
canta y brinca sin parar su danza de alegria.

Lejano parece el viento que juega con sus rizos de oro,
allá ala lejanía una choza de grises colores,
una humeante chimenea su señal de vida;
una mirada triste se fija en la aurora,
lágrimas de cristal se ruedan en silencio.

Un recuerdo de días de primavera ,
se le inundo el pensamiento,
viejos espejismos de esa niñez perdida;
hoy sólo hilos de plata quedan de esos risos
que un dia ruborizaban al astro sol y
ahora le opacan a la bella luna.

Se le remueven siglos perenes a la anciana dama,
que en viaje de retorno se vuelve viva su alegria,
y entre verdes prados y flores silvestres
corre libre su osadía en el sueÅ„o eterno
que le devuelve el vivo recuerdo de su niñez eterna.

En dulce sonrisa de niña traviesa se vuelve,
ese rostro arcano lleno de sabiduría,
que hoy jugando esta en los brazos fríos
de un ángel eterno donde su chimenea
ya no humea y su amorosos abrazos
sólo se los da un gélido viento, que murmullo
de silencio se lleva su último suspiro;