carminha nieves

UN CUENTO, SOLO UN CUENTO

                                          

 

El pájaro, elegante, con su color amarilla e naranja, volaba feliz, mirando los que abajo, andaban sin poder ser como él. 

Cantando con su trino alegre   sin preocupaciones, empezó a bajar para descansar en un árbol lleno de florcitas rosa. No sabía su edad, ni como se llamaba, hacia parte de un todo e más del cielo, que mismo lejos, podía por lo menos traspasar las nubes.

Un cable traicionero, casi le arranco una ala, dolorido, se metió en un tejado, un poco salido, donde nadie lo vía e estaba abrigado.

Así estuvo bastante tiempo, de vez en cuando ensayaba un pequeño vuelo, pero aun tenia la ala dolorida. Como no pensaba, no sabía lo que era.

Así estuvo, hasta que con hambre, del tejado, bajó para el balcón, de esto a otro tejado e de este al jardín.

De espacio, buscando entre el césped, algo para comer, fue encontrando, algo e comiendo.

Se encogió  contra el muro e allí quedó, mirando al cielo.

Por suerte el día  estaba cálido e estaba terminando. Se encogió un poco más e se dispuso a dormir.

Moviendo de cuando en vez el ala se daba cuenta que ya estaba mejor, tubo suerte, como no pensaba, no se daba cuenta del peligro si  la tuviera roto, nunca mas volaría.

Muchos pájaros hay  en este mundo, sin alas, sin volar, sin pensar, no lloran, no  saben  lo que son, andan, solamente andan, sin ir a parte alguna.

En la alborada se movió un poco, estaba bien, ensayó un pequeño revoletear con las alas e empezó a volar.

Mas tarde, a medio de la mañana volvió a pasar por el tejado, abajo en un patio del orto lado de la casa, alguien estaba sentado en una silla de ruedas, era solamente un niño, que mirando con sus ojos azules estaba fijo en el.

En aquel momento el pájaro amarillo e naranja, se dio cuenta que algo estaba mal e sin pensar, bajó e  se posó en el brazo de la silla

El niño de espacio, con su manita, le pasó un dedito por sus plumas mui suavemente casi sin tocarlo.

A partir de ese día, daba un paseo por el cielo e volvía junto al niño e allí quedaba, haciendo compañía.

El bello pájaro, no pensaba, pero sentía, sabia que el niño era un poco más feliz con su compañía.

El hombre piensa, sabe, hasta vuela por entre nubes en aviones, pero no siente la llamada del amor al próximo.

De todos los seres por mas pequeños que sean, vivan bajo la tierra, en troncos de arboles, siente amor, a la naturaleza.

Lastima que no seamos como el pájaro de colores bellos, que casi cambió su volar feliz para dar un poco a un niño que ni andar podía.

Que un día nadie quede preso a una silla de ruedas  e tengan dentro de ellos , la belleza del pájaro  amarillo e naranja.

Oporto, 24 de Octubre de 2012

Carminha Nieves