En letras me perdí
cada noche,
cual poema mejor fue
qué derroche
de tiempo por ti.
Qué importó si
a ciegas nombré
lo que tanto te amé,
cuán fría pose
ostentabas hacia mí.
Amor sin fin
a tu corazón de piedra
otorgué siempre
pero acababa de vuelta
a su ardiente candil.
Pobre infeliz
atrapado en tu hiedra
soy, amor que duele
lo trataste sin pena
como juguete infantil.
Como un alfil
te clavaste lenta
y en mi obstinada mente
de olvidarte a fuerza
aún queda cicatriz.
J.M. García
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