dic12by carmen
Yo, nacida en el aire del viejo viento del norte,
regañón gallego con cuchillo afilado y cortante,
soplo en el cristal hilado de plexiglás;
yo luché, desde mi niñez, midiéndome en desafío
entre brisas de mareas ventolinas con remusgo,
y pelos de aire con viento paraca remontado,
con la manga de marero ya tornado en torbellino
entre caldereta de contra alisios y alisios encadenados…
Yo, rosa de los vientos, a la cuadra y con puntero,
voy metida en el filo del viento del norte,
caminando entre azotes de proa del sur y del sureste
con sorprendentes trasmontanas chocolateras;
yo avanzo sumergida en vendavales con surada del levante
y del oriente, con céfiro poniente,
pasando entre el viento de nordeste
y el africano que ruge soplando en espiral,
transitando entre ventiscas que silban al ventear
refrescándose saltando entre el viento al enojarse
hasta disgregándose en el tiempo…
Yo quisiera alargar el viento para que nunca amaine;
que me azote el rostro con sus bocanadas para limpiarme
del quemado causado por un levante;
yo camino en tiempos de tempestad y de bonanza,
de arrebatacapas en puerto con o sin abrigadero,
yo camino entre el tiempo que gobierna la veleta
entre ciclones vertiginosos,
imaginando la aurora boreal atalayada…
Voy con la barca sobre el hombro sin dormirme,
en vela, a cierra ojos, hasta el toque de diana…
Soy flor del viento que sale a una soplada,
entre ramalazo y ramalazo, hasta llegar a la calma
que da el abrigo del viento abierto a la mar brava…
Triunfo al final, y quedo vencedora con laureadas,
y ya, sin violentarme, siento el triunfo
de una victoria salvaje…
¡Al fin he vencido al viento…!
sin llevar la peor parte, y canto victoria
con la luna mirando el reflejo de mi satisfacción
en un viril espejo ya cansado.
¡Por fin he vencido a los vientos
llegando hasta el más salvaje calmé mi alma!
Carmen Formoso Lapido
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