Y al caer se levantan mis huesos
quebrantados de tanto añil y seso
imagino tus niñas en mi pista
y el alba amanece y me despista.
Ya no encuentro los lexemas en mis labios
que provean el mensaje a tus prados...
sigue aquí con tus simientes en el huerto
cosechando bellas huellas en mi pecho.
No hay memorias, hay lagunas encantadas
en las islas efervescentes de mi alma
y aún así, los rocíos precipitan
al encuentro de tu amor, de esa cripta.
Ya no importan los vocablos o los verbos
sólo lo que fue, sería... y siempre ha de serlo
mis pestañas agitadas en tu sábanas
¡algodón satinado... níveas almohadas!
Copyright©2012 Rocío Vega-Ponce