- Hola ZAID
- Hola Díaz
- ¿Qué lo trae por aquí?
- ¡Lo fresco de tu poesía!
- Ah sí, son versos infantiles
- Veo que rimas tienes miles
- Bueno no son tantas en realidad
- Pero todos tienen tu ingenuidad
- ¿Y usted señor Díaz Valero?
- Yo también escribo con esmero
- ¿Puedo versear con usted?
- ¡Claro, compañero!
Zaid dijo:
Son manos de felicidad,
dulces como un caramelo;
las manos de mi mamá,
manos que tanto quiero.
Díaz Respondió:
Manojo de flores abiertas
con las huellas de la vida
son las dos manos expertas
de mi madre envejecida.
Zaid dijo:
En el bello atardecer
cuando el sol adormita,
los pájaros se ven volver
en busca de su casita.
Díaz respondió:
En las nostalgias del ocaso
cuando el día apenas fenece,
las aves cruzan el espacio
y en su nidos adormecen.
Zaid dijo:
La escuela es para mí
un lugar en donde asisto
para aprender muy feliz
con maestra y amiguitos.
Díaz respondió:
Es la escuela el lugar
donde creamos imperio,
allí conjugamos el pensar
con nuestro propio criterio
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Ha sido un gusto señor Díaz
haber verseado con usted.
gracias a tí por darme la alegría
de verte alegre crecer.
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Y así termina el encuentro
de Díaz Valero con Zaid;
que a manera de cuento
presentamos para ti.
Alejandro J. Díaz Valero