-El verso soñado-
Ya no escucharon más...
Sus cansados oídos.
El soplo de aquel viento
que arrastró consigo
el sonido de mis pasos
y el silbido de mi voz.
Ya no vieron más...
Sus fatigados ojos.
El negro de mi sombra
pintado en la lejanía
Y la silueta de mi rostro
mezclada entre nubes.
Sus oídos dejaron de oírme;
sus ojos dejaron de verme.
Ya no pensó más...
su vieja memoria.
En la noche de las tertulias,
en el laberinto de los sueños,
en la montaña de las fantasías
y en la mar de los astros.
Así fue mi nombre
pereciendo en recuerdos;
Diluido entre memorias
por los ácidos del tiempo.
Hasta que escribí un verso
donde nada de esto sucedía.
Y con la fuerza de un grito
rompí el verso en la noche.
Aquellos pedazos atravesaron
los llanos del tiempo
y las sabanas de la distancia.
Hasta alcanzar
su recuerdo
en mí recuerdo.
Y hallar en lo onírico
la gruta en su oído
y la grieta en su mente,
donde reposo el verso
y resucito el recuerdo.
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Junior Rafael Velazquez Leon
22.10.2012