En el canto de las copas Seducidas por el viento,
En el gajo renaciente de los restos de la muerte.
Junto al espeso rocio, haullentado por el alba,
Vieja tu sabia mirada y se mezcla en el ocaso.
En los pastos aplastados del instinto de tu vida,
En la caida de las hojas conociendo sus raices,
En el grito de esperanza, tu presencia y tu calma
En la tierra bien sentida hay aroma de tu alma