Hay de transparencias a transparencias,
el agua clara ya no abunda como antes,
lo artificial hoy corre por los ríos,
es decir, por las venas del mundo
y es por eso que a veces pienso
que tal vez nuestra sangre ha dejado de ser roja
y ahora es azul, amarilla o violeta
por tanta cosa que nos metemos.
El aire de hoy ya no es tan ligero y puro
como hasta antes del dinero sucio,
es decir, de cualquier dinero,
que aunque suele vestirse de verde
nada tiene de natural el mugrero
y es que ahora ya todo tiene precio
y lo que es gratis, como el amor o el respeto,
no lo valoramos como sí a un automovil
último modelo.
Por eso uno siente que es un milagro
encontrarse de pronto
con unos ojos tan transparantes
como lo son los tuyos, mujer,
que dejan ver a través de ellos
todo lo hermoso que guardas en tus adentros.
Y es que miras como si fueras árbol
que te ofrece en su sombra
un abrazo tranquilo y fresco.
Y es que miras como si fueras cielo
que te dice que donde vayas,
no importa dónde o qué tan lejos,
siempre te dará techo.
Y es que miras como si fueras a decirme
en cualquier momento
que eres el manantial
que me dará de beber hasta morir de viejo
y la flor que perfumará
este aire que me mantiene despierto.
Aunque mejor no me apresuro
y espero a que, en verdad, lo digas
porque tal vez sólo sea ésto
la niebla de una ilusión
oculta en mi pecho.
JCEM