Fria noche de silencio largo, traes a mi memorias de aquel instante efusivo en el que tu y yo decidimos fusilar el habernos conocido. Aprendiste a quererme, lo se, fue inevitable hacerlo.
Y
A la vez, dejaste en mi la duda de volver a buscarte en otro angustioso y depresivo momento, en el que posiblemente mi querida y maldecida amante sea esta vez yo, el que decida fusilar mi vida, para quedarme para siempre a tu lado y no sufrir más Melancolias.