... Y en la noche dormir, sintiendo la soledad de una caricia en la piel, despertando con el llegar de una lágrima a los labios ...
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AMADA MÍA:
Amada mía, ábreme las puertas de tu corazón que vengo en son de paz, deponiendo a tus pies las armas que ayer hicieron mucho ruido aunque las hogueras de esta antigua guerra permanezcan humeantes, la confrontación por poderes del sexo de mi parte, ha acabado...
Amada mía, mírame otras vez, como cuando nos conocimos la primera vez, notando mi presencia sinceramente frente a ti, porque ya no soy más tu enemigo declarado ante tus ojos glaucos, te propongo una paz duradera en el tiempo para que no te vayas de mi lado...
Amada mía, extiéndeme los brazos de la esperanza para encontrar junto a los míos tomados de las manos el camino perdido de nuestro destino soñado tantas veces en el pasado, porque ya no puedo vivir con la ausencia, añorando con llanto tu entrañable presencia...
Amada mía, escúchame esta vez antes de poder hacerlo Tú, porque aquí no eres la única que está sufriendo en soledad por este silencio mantenido, que nos ha hecho sufrir cada amanecer al despertar deseando lo que fue nuestro, pero que hoy se encuentra muy lejos...
Amada mía, ponme atención por favor, el disgusto no engrándese a quien lo gana sino a quien lo evita sensatamente, sin permitir herir profundamente los sentimientos encontrados y que fueron orgullo en nuestra relación, sin que se muera el amor, por el dolor del desamor.
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Sergio Yglesias García
Caracas, 27102012 02:20 PM.