Por qué llorarle a las penas,
si estas se asfixian con luz,
yacen hondo en la tierra,
las expiaciones con alborozo.
La sana vida preanuncia
un mensaje de eterno amor.
Subiendo siempre la cuesta,
donde las fatigas comienzan,
se alza con gran entusiasmo,
la sublime intención de la vida:
amarnos hasta el cansancio
con la fuerza eterna del alma,
arrojando luz y esperanza
en cada huella dejada.
CARLOS A. BADARACCO
28/10/12
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