A María Pinto,
A Rafael Muñoz
A Rocío Jiménez,
Por bordear mi sendero de flores
Resplandecientes, cuya luz reflectan
El camino de mi tesis hacia el éxito…
¡Gracias!
Una Soleada tarde de octubre, Daniel pasaba por la plaza Cedeño de Santa Rosa. Vio en ella el espacio ideal para deleitarse en lo que acababa de observar. Con pasos firmes entra en la linda plaza y se sienta en un banco bajo un frondoso árbol. Su rostro reflejaba satisfacción, alegría, felicidad… Un señor se le acerca y le dice:
-¡Caramba, amigo! ¡Tiene una cara resplandeciente!
-¿Verdad, caballero? ¿Se me nota tanto?
-¡Claro!
Responde el otro, a la vez que le da su mano en señal de saludo:
-¡Soy Lev Vygotsky! ¿Y usted?
-¡Yo! Daniel Ausubel!
-Ahora, cuénteme ¿Por qué tanta satisfacción?
Insiste Lev, él responde:
-Resulta ser que entre a un aula de primer grado en una escuela y observé bastante rato el desarrollo de la clase y lo que vi, me lleno e placer.
-¿Por qué? ¿Tú eres maestro?
Interroga Lev, tras las preguntas, Daniel, exclama:
-¡No vale! Pero me interesa como niños y niñas incorporan a su estructura cognitiva, nuevos conceptos, principios, hechos y circunstancias, en función de su experiencia, con la cual se hace potencialmente significativa y en ese proceso, el aprendiz logra relacionar la nueva información en forma racional y no arbitraria, con sus conocimientos anteriores, de tal manera, que la nueva información es comprendida y asimilada significativamente.
-¡Oye! ¡Tú, andas en la misma onda que yo! A mi me interesa el mediador…, el educador, en este caso que planteas, pues, éste se hace más relevante dentro de una concepción de la mediación de experiencias del aprendizaje, donde actúa como apoyo entre el aprendiz y su entorno para ayudarle a organizar y a desarrollar su sistema de pensamiento y facilitar la aplicación de las nuevas capacidades a los problemas que se les presenten.
Puntualiza Lev:
-¡Qué bien! ¡Choca esos cinco amigos!
Riposta Daniel.
-Y ahora, disfruta la experiencia que tuve en ese salón de primer grado: La maestra, saludó afectuosamente a los educandos. Luego los invitó a tomarse de las manos para cantarle una alabanza a Dios llamada “Padre Nuestro” Después, colocó en el escritorio unas llamativas fichas donde se pueden observar algunas vocales, palabras, números y signos. Más adelante le dijo a niño y niñas:
-¡Vamos a recitar la poesía “Qué Fácil es la Adición”! Vamos a ver ¿Cuántos versos tiene la primera estrofa?
Y señala una atractiva lámina donde se encuentra la poesía plasmada con una bella letra y colorido. A la pregunta de la maestra todos responden a la vez. Al mismo tiempo ella señala con un apuntador: “1, 2,3, 4, 5,6.”Seguidamente llamó a seis niños, les entregó el material y comenzaron su recitación y a su vez colocaban en el pizarrón las vocales, palabras y números en forma estratégica de manera que se formaba una adición con sus respectivos elementos.
-¡Me parece fantástico!
Interrumpe Lev:
-Allí está presente la interacción alumno –docente. Además, la mediadora prepara un ambiente activo y lleno de significados. Por lo tanto, hay experiencia directa con el ambiente.
-¡Párale! Lev, estás bastante emocionado ¡Déjame continuar!
Dice, Daniel.
-Resulta que todos los educandos pedían el turno para su participación. Y lo hicieron todos hasta ordenar varias cuentas de adición, que luego plasmaron en sus cuadernos. Algunos niños relacionaban la clase con la poesía “Formemos un Tren”, con la cual aprenden a contar y también cuando aprenden las vocales con el poema “Como Hermanas”
-¡Oye! La maestra, prepara un ambiente propicio para que se dé la interacción y allí, niños y niñas sean capaces de de expresar pensamientos en el lenguaje. ¡Qué bien me ha hecho este encuentro contigo!
Comenta Lev.
-Ya veo, pareciera que tú, hubieses visto la clase y no, yo.
Replica Daniel, quién prosigue:
-En la actividad observada, los mismos alumnos y alumnas, construyen su propio aprendizaje sin memorizar, pues le otorgan significado a cada cosa y por las intervenciones de los niños, existe funcionalidad de lo aprendido. Y todo esto es movido por la actividad interna del educando.
La conversación es interrumpida por el grito de un niño:
-¡Mira! El señor que estaba hoy en nuestro salón. Se acercan y le preguntan a Daniel:
-¡Señor! ¿Usted vive por aquí? ¿Usted es maestro? ¿Nos va a dar clase?
Ante el aluvión de interrogantes. Éste les responde:
-¡No! No vivo por aquí, tampoco soy maestro y ¡No! No les voy a dar clase. Vamos a ver… ¿Recuerdan que le dijo la maestra?
La niña se adelanta:
-Que usted quería observar la clase y que se llama Daniel… ¿No recuerdo su apellido? ¿Cómo es?
-Ausubel, ¡¡Preciosa niña! ¿Y cuál es tu gracia? Repregunta él.
-¡Cómo usted! Pero, de niña ¡Danielita! Y él, es mi hermano José Daniel.
-¡Qué bien! Ya somos tres con el mismo nombre.
Exclama nuestro observador amigo. Quién continúa:
-¡Bueno! Amiguitos, les cuento que me encanta observar la forma como ustedes aprenden en el aula!
_ ¡Ay! Nosotros jugamos mucho con las letras, los números, las normas de cortesía y todo lo recitamos: La mae Edith, juega con nosotros todos los días. Es José Daniel, quién habla. Éste es interrumpido por su hermana:
_ Pero también salimos al patio, recorremos toda la escuela con el tren y una vez la mae, nos llevo a todos los salones y nos presentó a todas las maestras y al Director.
_ ¡Tonta! ¡El Director está en la dirección! ¡No en un salón! Refuta el hermano.
_ ¡Vámonos niños! Se escucha decir a la mamá, quien está entretenida hablando con una vecina.
_ ¡Chao, señor Daniel! ¡Chao, señor… ¿Cómo se llama, él?
_ Lev
_ ¡Qué nombre tan raro! Gritan al unísono y se despiden
Los nuevos amigos se despiden:
_Ok. Lev, fue bueno conocerte. Daniel le da un apretón de manos. Éste. Le pregunta:
_ ¿Cuándo vamos para esa escuela?
_ El próximo viernes a las tres de la tarde nos vemos aquí. Responde Daniel.
_ ¡De acuerdo! Concluye Lev
Autora: Ingrid Chourio de Martínez
Cuentario RACIMO DE FANTASÍAS